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Oración de la Santa Cruz
Palabra de dios todos los dias

Oración de la Santa Cruz

Oración por la unidad de los cristianos. Recuerdo especial de las comunidades cristianas de Europa y de las Américas. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oración de la Santa Cruz
Viernes 24 de enero

Oración por la unidad de los cristianos. Recuerdo especial de las comunidades cristianas de Europa y de las Américas.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hebreos 8,6-13

Mas ahora ha obtenido él un ministerio tanto mejor cuanto es Mediador de una mejor Alianza, como fundada en promesas mejores. Pues si aquella primera fuera irreprochable, no habría lugar para una segunda. Porque les dice en tono de reproche: He aquí que días vienen, dice el Señor,
y concertaré con la casa de Israel y con la casa de
Judá
una nueva Alianza,
no como la Alianza que hice con sus padres
el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la
tierra de Egipto.
Como ellos no permanecieron fieles a mi Alianza,
también yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
Esta es la Alianza que pactaré con la casa de Israel
después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en su mente,
en sus corazones las grabaré;
y yo seré su Dios
y ellos serán mi pueblo.
Y no habrá de instruir cada cual a su conciudadano
ni cada uno a su hermano diciendo:
«¡Conoce al Señor!»,
pues todos me conocerán,
desde el menor hasta el mayor de ellos.
Porque me apiadaré de sus iniquidades
y de sus pecados no me acordaré ya.
Al decir nueva, declaró anticuada la primera; y lo anticuado y viejo está a punto de cesar.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Estamos dentro de una nueva alianza de la que el Señor Jesús se ha hecho mediador. Muchas veces se habla de la alianza en el Nuevo Testamento: Dios ofrece a los patriarcas y al pueblo de Israel un pacto de amistad que lo hace único entre todos los pueblos. Esta promesa a Israel y al pueblo judío no se elimina ni se revoca, sino que se renueva definitivamente en Jesús, y a través de él, se extiende a todos los pueblos de la tierra. Todos pueden ya acceder a esta relación especial de Dios con la humanidad. Nadie queda ya excluido de la amistad de Dios. Juan Pablo II junto a un grupo de judíos, retomando al apóstol Pablo, recordaba la alianza "nunca revocada" de Dios con el pueblo judío. De forma misteriosa para nosotros, entre Dios e Israel permanece una relación especial que no se ha abolido desde la alianza establecida en Jesucristo con toda la humanidad. En este sentido debemos leer la referencia a la alianza nueva que se ha cumplido en la muerte y resurrección de Jesús. Esta se manifiesta de forma elevada cada vez que se celebra la Eucaristía. El sacerdote pronuncia las palabras mismas de Jesús: "Este es el cáliz de mi sangre por la nueva y eterna alianza". La fuerza y la novedad de la salvación realizada por la muerte y resurrección del Señor se inscribe dentro de toda la historia de salvación: desde la creación hasta la parusía. Acojamos la novedad de la relación con Jesús como una invitación a la renovación y a la conversión, para la salvación del mundo.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.