Andrea Santoro nació en Priverno (Italia) el 7 de septiembre de 1945 y a mediados de los años 50 fue a vivir a Roma con su familia. Entró en el seminario en 1958 y hasta 1970 (año en el que se ordenó como sacerdote) vivió la formación en la época de preparación, desarrollo y primera aplicación del Concilio Vaticano II. Fue ordenado por el entonces monseñor Ugo Poletti, el 18 de octubre de 1970, y empezó su ministerio intentando dotarse de las herramientas para entrar en diálogo con un mundo juvenil que se estaba alejando de la Iglesia. Entre 1971 y 1980 fue vicepárroco de la parroquia de la Transfiguración, en Roma, donde vivió una intensa fase de experimentación. En septiembre de 1981 fue trasladado a un barrio en construcción, Verderocca, a la iglesia que en 1988 se dedicó a Jesús de Nazaret. En 1994 un nuevo período sabático le permite guiar a grupos a Oriente Medio en colaboración con la Obra Romana de Peregrinaciones. Así consolidó su deseo de ir a misiones. Tras un posterior periodo en la parroquia, la dedicada a los santos mártires Fabián y Venancio, en el barrio Appio, el cardenal Camillo Ruini le permitió, en 2000, ir como sacerdote fidei donum a Turquía, al servicio del Vicariado Apostólico de Anatolia. Su primer destino fue Urfa (la antigua Edesa), ciudad de tradiciones antiquísimas, luego a Trabzon, la antigua Trebisonda, en el noreste del país, a orillas del mar Negro. Su misión era ocuparse de una parroquia con una población católicas de menos de diez personas, sin sacerdote desde hacía tiempo. En Trabzon el padre Andrea encontró una situación difícil. Asistió a las consecuencias de la caída del gigante soviético: una fuerte inmigración proveniente de los territorios de la ex Unión Soviética provocada por la miseria y la desesperación, y prostitutas cristianas armenias o georgianas que consideró como parte fundamental de las almas de su parroquia. Y en aquel contexto vivió también las consecuencias del 11 de septiembre y de las guerras que le siguieron.
El padre Andrea decidió testimoniar su fe en un escenario de crisis del mundo en una época marcada por profundos cambios.
Andrea Riccardi, en el prólogo del libro de Augusto D'Angelo titulado Don Andrea Santoro. Un prete tra Roma e l'Oriente, escribió: "El padre Andrea es sacerdote en su pequeño rebaño de Trebisonda, pocos católicos, algunos ortodoxos del Este. Un eclesiástico ortodoxo me dijo sorprendido: '¿Pero qué hacía allí, casi para nadie?'. La presencia de Santoro en Turquía es la expresión del genio católico según el cual 'casi nadie' es 'alguien'. Él traza una nueva manera de hacer diálogo, que es antigua, que es la de sacerdote y la de cristiano: vivir cerca, ser uno mismo, abrirse a los demás con simpatía, buscar lo humano más allá de la jaula ideológica y psicológica de la religión. No se hace ilusiones de invertir la situación, sino que avanza paso a paso, encuentro a encuentro. No hace balances, recoge las migajas, choca con los problemas... pero avanza. Su modo de actuar me recuerda a una expresión del abad Monchanin sobre el diálogo: hablaba de 'paciencia geológica'".
VÍDEO (IT): LA IGLESIA MÁS ALLÁ, EL PADRE ANDREA SANTORO Y TURQUÍA
LIBRO: Don Andrea Santoro. Un prete tra Roma e l'Oriente