Hoy, 24 de abril, es el día de recuerdo de la masacre de armenios de los años 1915-16. En 1461 los otomanos reconocieron a los armenios como millet (minoría religiosa), y fueron la segunda minoría religiosa que era reconocida como tal. Los armenios alcanzaron un alto grado de integración en el imperio, a pesar de la desigualdad que les imponía el sistema. Pero su integración no fue suficiente para evitar que los echaran de la vida social, que los persiguieran y que los exterminaran.
En relación a la masacre de los armenios cabe destacar dos reflexiones de los últimos años: el libro “Una finestra sul massacro”, de Marco Impagliazzo, que repasa “en directo” el triste episodio del fin de una abundante presencia del pueblo armenio en Turquía, mientras que “La strage dei cristiani. Mardin, gli armeni e la fine di un mondo” de Andrea Riccardi, es un elogio al heroísmo de fe del pueblo armenio, el primero que abrazó la fe cristiana y que nunca ha dudado en dar su vida por el Evangelio, como demuestran los miles de mártires del pasado y del presente.
Hoy es también el momento de recordar las intervenciones directas de la Santa Sede y de la red diplomática vaticana para frenar la violencia –que ya denunció el 20 de agosto de 1915 el delegado apostólico Dolci–, unas intervenciones que, desde los primeros momentos, fueron cada vez más apremiantes y que no distinguían entre católicos, ortodoxos y protestantes. Benedicto XV fue el único líder europeo del momento que levantó la voz contra la terrible masacre de armenios, en medio de la indiferencia de las potencias europeas del momento. La ayuda de Benedicto XV fue muy útil. “Su trabajo en favor de los refugiados armenios es uno de los mayores ejemplos de ayuda humanitaria tras la Primera Guerra Mundial”, dijo Andrea Riccardi.
Más información
24 de abril de 1915-2015. Cien años después de la valentía del recuerdo y del diálogo
Artículo de Andrea Riccardi en ocasión de la conmemoración de los cien años del genocidio armenio (Corriere della Sera, 24/04/2015)
Consejos de lectura
«A finales del mes de octubre de 1915, el exterminio de los cristianos de Mardin parecía haber terminado. Pero quedaban vivas unas cien personas. Eran viejos, mujeres ancianas y enfermos. El turco Bedreddin montó en cólera: "Eliminadlos, que no quede ni uno". Con aquellos cien supervivientes hizo un convoy que fue deportado al desierto y desapareció para siempre». Fue el primer genocidio del siglo XX. Más de un millón de armenios cristianos del Imperio otomano fueron asesinados, en masacres y marchas de la muerte, durante la Primera Guerra Mundial, a partir de 1915, hace exactamente cien años. ¿Venganza por la colaboración con la Rusia enemiga o aplicación de un plan nacionalista, según el cual la nueva Turquía tenía que ser étnicamente y religiosamente homogénea, toda turca y toda musulmana? Negado siempre desde las filas turcas, el genocidio de los armenios ha quedado en el olvido durante décadas. Recientemente, nuevas investigaciones y estudios han arrojado luz sobre un episodio trágicamente moderno y ha dado respuesta a preguntas importantes: ¿quién dio la orden de matar? ¿Cómo fue posible una masacre de tan grandes proporciones? Ágil y actualizado, obra de uno de los primeros historiadores italianos que se ocupa de la cuestión armenia, este libro se dirige especialmente a los jóvenes y a los lectores que quieren conocer, comprender y recordar.
Mardin es una de las muchas ciudades del imperio otomano donde, durante la Primera Guerra Mundial, se consumó la masacre de los armenios y de los cristianos. Fue una violencia que marcó profundamente aquellas regiones y que no ha cesado: han pasado cien años y la persecución en Oriente Medio continúa.
También hoy, a pocos quilómetros de Mardin, más allá de la frontera turca, en Siria e Irak, hay duros y desmesurados combates. De nuevo, como entonces, se producen deportaciones, masacres, degollamientos, secuestros, venta de mujeres y niños. Muchos se preguntan: ¿de dónde sale tanta brutalidad? ¿De lo más hondo de una religión –el islam– o de una historia de convivencia difícil? Hoy, al igual que en el pasado, se escribe una página de la "muerte" de los cristianos de Oriente.