El domingo 6 de noviembre en Amsterdam, en la iglesia de Moisés y Aarón, se recordó a los numerosos refugiados que murieron en el último año en los viajes de esperanza a Europa. La conmemoración fue organizada por la Comunidad de Sant'Egidio, junto con el Movimiento Obrero Católico, el Diaconado Protestante y el Consejo de Iglesias de Ámsterdam.
Al comienzo de la ceremonia, unos jóvenes llevaron en procesión las imágenes de los refugiados. Detrás de ellos los pastores protestantes, los sacerdotes ortodoxos y católicos, y representantes de las distintas comunidades de migrantes.
En su meditación, el teólogo Rikko Voorberg subrayó la tragedia de miles de refugiados que, en su intento de llegar a Europa, murieron por la indiferencia de tantos. Las Escrituras, continuó Voorberg, nos enseñan que Dios está del lado de los pobres. Por eso debemos seguir recordando a las víctimas con respeto y amor: sus nombres y sus historias, el hecho de que vivieron, rieron, amaron, soportando tan miserables condiciones. La Escritura nos invita a seguir creyendo que todo puede cambiar, que el mundo puede ser mejor, más humano.
Después de recordar todos los nombres de los refugiados y rezar cada uno en su idioma y tradición, todos se dirigieron a la orilla del río Amstel, donde depositaron flores en el agua, en memoria de los migrantes fallecidos.