Con motivo del Día contra la Trata, publicamos un extracto del libro «Nacer no basta. Niños invisibles, trata de menores y registro civil en África", coordinado por Adriana Gulotta.
El libro se presentará el lunes 14 de febrero a las 18 h en Roma, Sala Benedetto XIII, Via di San Gallicano 25a. El evento se transmitirá en directo por la web y las redes sociales
El primero de los derechos otorgados a los niños, el más básico pero a menudo también el más ignorado, es el derecho a un nombre, es decir, a una identidad legalmente reconocida. Pero más de una tercera parte de los 125 millones de niños que nacen cada año en el mundo no son inscritos en el registro civil al nacer. Aproximadamente el 70% de la población mundial vive en países con sistemas de registro civil incompletos o insuficientes. Entre los 166 millones de niños menores de cinco años no inscritos, 94 millones viven en el África subsahariana y 65 en el sur y el este de Asia. África y Asia, de hecho, son los continentes donde el problema es más grave.
Los niños crecen pero nunca llegan a ser ciudadanos, porque el Estado no los reconoce: no forman parte de la población de su país, no pueden inscribirse en la escuela ni utilizar los servicios de salud, son más vulnerables a la explotación y los abusos. Si los niños desaparecen, los padres no tienen forma de demostrar su patria potestad porque no tienen nada que la demuestre. La trata de menores, tan rentable y floreciente, se alimenta de niños indocumentados, cuya identidad se puede cambiar fácilmente.
En muchos países se puede constatar que no se trata de un problema secundario o marginal, que quizás afecte a un pequeño número de menores sino, por el contrario, de una verdadera hipoteca sobre el futuro de muchos jóvenes y, a veces, de pueblos enteros. En el mundo, mil millones de personas no tienen ningún documento de identidad. La mitad de estos «invisibles» se encuentran en el África subsahariana, aunque en el continente vive el 15% de la población mundial.
No estar inscrito en el registro civil es una puerta abierta a la trata
En un mundo como el actual, en constante movimiento, el desplazamiento de las poblaciones ha agravado aún más la situación, lo que corrobora la necesidad de la personas de ser reconocidas como ciudadanos de un país. Pero el 40 por ciento de los habitantes de los países de renta baja no tienen documentos de identidad, en comparación con el 5 por ciento de los habitantes de países de altos ingresos. Y a menudo precisamente aquellos países donde se constata la existencia de grandes bolsas de «no ciudadanos», emiten documentos que se consideran poco confiables. Al poderse falsear o falsificar no ofrecen garantías suficientes para acreditar la identidad de una persona. Por eso se utilizan nuevos métodos para identificar a los migrantes. El uso de huellas dactilares, combinado con el reconocimiento del iris y la captura de parámetros biométricos, se considera cada vez más necesario para la verificación de los datos personales.
Las organizaciones criminales miran con un interés cada vez mayor a quienes no tienen derechos ni protección para sus actividades de tráfico, y los menores migrantes –a menudo no acompañados– son especialmente vulnerables. Es un problema de dimensiones globales que afecta a los sectores más pobres de la población, especialmente en el sur del mundo, pero del que todavía se habla muy poco; solo quienes se dedican a este campo lo conocen.
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