El 3 de julio llegó a Pemba, capital de la martirizada región de Cabo Delgado, un vuelo organizado por la Unión Europea con ayuda humanitaria de la Comunidad de Sant’Egidio, junto al material de primera necesidad aportado pro los gobiernos italiano y portugués y por agencias internacionales.
Las ayudas están destinadas a los desplazados, que en aquella provincia actualmente son casi 800.000, que huyen del terrorismo de matriz yihadista que azota desde hace unos años aquella parte de Mozambique.
Desde 2017, cuando empezó la crisis, la Comunidad de Sant’Egidio ha ayudado a las víctimas del conflicto, gracias a una presencia muy difusa en el territorio no solo de Cabo Delgado, sino también de las cercanas provincias de Nampula y de Niassa, hacia donde se dirigen una buena parte de los refugiados internos.
El cargamento que ha llegado a Pemba contiene productos de primera necesidad como mascarillas, ropa y zapatos nuevos, productos muy valiosos para quien ha perdido la casa y todo lo que tenía.
Solo en este último año Sant’Egidio ha repartido a los desplazados más de 100 toneladas de alimentos y de productos de primera necesidad, no solo a las personas que hay en los campos de refugiados sino también a aquellas que han encontrado refugio en casas de familiares o en viviendas improvisadas.
Muchas familias han recibido ayuda para construir una casa y reanudar las actividades agrícolas en zonas más seguras del norte del país, mientras que otras hay recibido ayuda para pagar el transporte y huir de las zonas en conflicto o reunirse con otros parientes.
Así lo hizo Dina, que llegó a Pemba tras el ataque a la ciudad de Palma (sede del proyecto de extracción de gas) y no tenía noticias de su padre anciano y ciego. Con la ayuda de Sant’Egidio, tras casi un mes, Dina ha podido entrar en contacto con su padre, que ha recibido ayuda para llegar a Pemba y reunirse con su hija.
La sede de la Comunidad de Sant’Egidio de Pemba se ha convertido en un centro de acogida para las personas que logran huir de los ataques, pero llegan a la ciudad extenuadas tras largas semanas de huir a través de la selva.