La “cantina familiar” en Paris: las comidas de Sant'Egidio para los sin techo saben a amistad e inclusión

Los domingos de un grupo de jóvenes de la Comunidad de Sant’Egidio en París han cambiado desde que decidieron abrir una "cantina familiar" para los más pobres. El comedor, que prepara cincuenta comidas copiosas cada semana, se encuentra en las instalaciones del Ayuntamiento del V Distrito. Se le llama comedor "familiar" por tres razones: la calidad de la comida, orgánica y no "comida basura"; la gratuidad y la amistad.

Debido a la Covid-19, se ha reinventado la convivencia: antes se daba la comida en una sala de la parroquia de Saint-Séverin, ahora es para llevar. Sigue siendo importante abrir un lugar no solo para la distribución, sino también para el encuentro y la escucha, especialmente para aquellos que se encuentran pidiendo ayuda por primera vez, debido a la crisis.

Todos los domingos, como explica la revista Le Pelerin, se forman pequeñas colas frente al lugar para recoger una comida y, para quienes lo deseen, un kit de higiene personal. Roger, de 58 años, mientras come su comida "cocinada con el corazón" dice que lo que recibe en el paquete de comida lo comparte con los demás vagabundos. Comenta que lo que más le asombra es que vive "encuentros formidables" en el comedor: con estudiantes, ancianos, voluntarios de todas las edades y procedencias de Sant'Egidio.

Una de ellos, F., también cuenta haber encontrado en la "cantina familiar" un lugar de amistad al que volver: "al principio no pensé que pudiera involucrarme hasta el punto de venir aquí todas las semanas. Mi trabajo como consultora me lleva mucho tiempo. Sin embargo, me he dado cuenta que solo con el tiempo y la fidelidad se pueden forjar lazos. Aquí estoy verdaderamente al servicio de los demás”.

Nadie no tiene nada que ofrecer. Un pilar del comedor es T., un hombre que también se quedó sin hogar después de trabajar durante mucho tiempo en un restaurante de Cannes. Ahora está feliz de cocinar en la "cantina", recibiendo elogios de sus amigos que viven en la calle. Su historia encarna el empeño con el que la Comunidad se dedica a los más vulnerables en diferentes partes del mundo: "Nadie es tan pobre como para no poder ayudar a otro".

 

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