El 8 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Alfabetización, establecido hace 55 años por la UNESCO para conmemorar el derecho universal a la educación y la importancia de la alfabetización como motor del desarrollo. Este aniversario adquiere un significado muy especial mientras el mundo lidia con una pandemia, que tuvo una de las consecuencias más dramáticas en el cierre de las escuelas. Según un informe reciente de UNICEF, un tercio de los alumnos del mundo (463 millones de niños y adolescentes) no pudieron acceder al aprendizaje a distancia debido a la falta de herramientas TIC durante el confinamiento.
Ante esta emergencia educativa global, la Comunidad de Sant’Egidio se ha movilizado en los 70 países de todos los continentes donde está presente, organizando escuelas de verano y clases de recuperación para los niños que no han podido seguir la escuela en este periodo. Las Escuelas de la Paz no se detuvieron en Nyumanzi, el campo de Uganda que acoge a los refugiados sur sudaneses; tampoco en Mozambique, donde muchos niños han sido desplazados a causa de los ataques terroristas en el norte del país o los recientes ciclones en el centro-sur.
También en Lesbos, durante una misión humanitaria el pasado agosto, se realizó la Escuela de la Paz para refugiados del campamento de Moria. Se impartieron clases de inglés y matemáticas, pero también cursos de educación en higiene y salud, para difundir entre los más pequeños aquellas reglas y comportamientos que previenen la infección: distanciamiento, higiene de manos y uso correcto de la mascarilla.
En numerosas ciudades italianas, Génova, Lecce, Nápoles, Milán, Padua y Roma, por nombrar algunas, cientos de voluntarios se turnaron en las Escuelas de Verano. Centros educativos estivales gratuitos para apoyar a miles de niños y jóvenes en la recuperación de materias que habían sido descuidadas. Mientras millones de familias italianas esperan la reanudación del curso escolar, Sant'Egidio promueve que la escuela sea considerada una prioridad absoluta, que se garantice a todos la continuación de las actividades educativas en institutos de todos los niveles y que, ante una posible formación a distancia, no se olvide a quien tiene dificultades. El derecho a la educación es un derecho universal que debe garantizarse a todos.
