El camino de paz y de dialogo “es actual y necesario: conflictos, violencia difusa, terrorismo y guerras amenazan hoy a millones de personas, pisoteando la sacralidad de la vida humana y haciendo que muchos sean más frágiles y vulnerables”. En su mensaje a los líderes religiosos invitados por la Comunidad de Sant’Egidio, en colaboración con la diócesis de Münster y Osnabrück, para el Encuentro Internacional “Caminos de paz”, el Papa Francisco pide no resignarse, vencer la indiferencia y recoger la invitación a “abrir y construir nuevos caminos de paz”.
Es necesario, sobretodo donde los conflictos parecen no tener salida, donde no se quieren emprender vías de reconciliación, donde se confía en las armas y no en el diálogo, dejando pueblos enteros inmersos en la noche de la violencia, sin la esperanza de un alba de paz.” El encuentro de estos días “parece querer responder a esta invitación: vencer la indiferencia delante del sufrimiento humano. Os lo agradezco y también el hecho de que estéis juntos, a pesar de las diferencias, para buscar caminos para liberar del mal, de la guerra y del odio. Para hacer esto el primer paso es saber escuchar el dolor de los demás, hacerlo sin acostumbrarnos: nunca nos debemos acostumbrar al mal, nunca debemos ser indiferentes”. Nos podemos preguntar: ¿qué hacer delante del mal desenfrenado que causa estragos?. ¿No es demasiado fuerte? ¿No es un esfuerzo en vano?, y con el riesgo de dejarse paralizar por la resignación, pero “vuestro estar juntos – ha escrito el Papa Francisco – representa una respuesta de paz: nunca más unos contra otros, sino unos con los otros. Las religiones no pueden querer nada más que la paz, trabajadores en la oración, dispuestos a inclinarse delante de las heridas de la vida y de los oprimidos de la historia, vigías en el contrastar la indiferencia y promover caminos de comunión”.
Al lado de los responsables políticos y civiles, “destinados a promover la paz para todos, hoy y en el futuro, las religiones – ha escrito el Papa a los participantes del encuentro de Münster – son llamadas, particularmente con la oración y con el compromiso concreto, humilde y constructivo, a responder a esta sed, a identificar y abrir, junto con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, caminos de paz, sin cansarnos”, delante de “la irracionabilidad de quien profana a Dios sembrando odio, delante del demonio de la guerra, de la locura del terrorismo, de la fuerza engañosa de las armas”. Para abrir puertas de paz “hace falta coraje humilde, y perseverancia tenaz, y sobretodo hace falta rezar, porqué – y lo creo firmemente – la oración está en la raíz de la paz. En cuanto líderes religiosos, tenemos sobretodo en este momento histórico, también una responsabilidad particular: ser y vivir como gente de paz, que da testimonio y recuerda que Dios detesta la guerra, que la guerra nunca es santa, que nunca la violencia puede cometerse o justificarse en nombre de Dios. Somos llamados a desvelar las conciencias, la difundir la esperanza, a suscitar y apoyar a los trabajadores de paz”. Lo que “no podemos y no debemos hacer es quedarnos indiferentes, para que las tragedias del odio caigan en el olvido y nos resignemos a la idea que el ser humano sea descartado y que se ponga por delante el poder y las ganancias”. Es significativo para el Papa Francisco que el encuentro se situe en el corazón de Europa, en el año en que el continente celebra los sesenta años de los tratados fundacionales de la Unión, firmados en Roma en 1957. La paz “es el corazón de la construcción europea, después de las ruinas provocadas por dos guerras mundiales desastrosas y de la terrible tragedia de la shoa”..