Zygmunt Bauman, en su intervención en el encuentro "Sed de Paz", que se está llevando a cabo en Asís, ha descrito la historia de la humanidad como un proceso de expansión de la palabra "noi". Una historia que deja entrever "una luz al final del túnel, aunque el túnel parece todavía largo y lleno de peligros". Bauman ha recordado que según los paleontólogos y los antropólogos, el primer "nosotros" no podía incluir a más de 150 personas: "Eran cazadores y recolectores. No tenían autobuses, supermercados... era un número limitado a los que podían ser alimentados y podían moverse. El resto eran los "otros", respecto al "nosotros". "Con el tiempo esta cifra aumentó y se llegó a las tribus, a las comunidades, y luego a los imperios y a los estados nación", ha recordado Bauman.
Ahora hemos llegado –según el sociólogo– a un punto sin precedentes: "Todas las etapas y los saltos que se han producido tenían un dato en común: eran etapas caracterizadas por inclusión y exlusión. Había un "nosotros" que se ampliaba, pero también una identificación del Otro excluido del nosotros. Y eso llevó a grandes derramamientos de sangre".
Ahora –según Bauman– existe la necesidad ineludible de la expansión del "nosotros" como próxima etapa de la humanidad. Este salto posterior representó la eliminación del pronombre "ellos". Bauman ha recordado que nuestros antepasados tenían un enemigo, que identificaban con un "ellos". "Pero hoy, en la sociedad global –ha continuado– ¿dónde encontramos al enemigo?". "Nadie nos lo ha preguntado –ha afirmado Bauman– pero nos encontramos en la dimensión cosmopolita en la que todo tiene un impacto sobre el planeta, sobre el futuro y sobre los nietos de nuestros nietos. Todos dependemos unos de otros". Pero según Bauman la cruz de la moneda es que "ni siquiera hemos empezado a desarrollar una conciencia cosmopolita. Y gestionamos este momento con las herramientas de nuestros antepasados... y es una trampa, un desafío al que debemos hacer frente".
El gran intelectual ha afirmado que en el camino para integrar a los pueblos sin separarse son útiles tres consejos del papa Francisco.
En primer lugar, la necesidad del diálogo. Bauman ha afirmado la urgencia de fomentar "una cultura del diálogo para reconstruir el tejido de la sociedad. Aprender a respetar al extranjero, el emigrante, personas a las que vale la pena escuchar. La guerra se vence –ha dicho– solo si damos a nuestros hijos una cultura capaz de crear estrategias para la vida, para la inclusión".
En segundo lugar, el papa Francisco habla de la "distribución igualitaria de los frutos de la tierra y del trabajo que no representen una pura caridad, sino una obligación moral". "Debemos crear puestos de trabajo real y bien remunerados para los jóvenes –ha dicho Bauman– y pasar de la economía líquida a una posición que permita el acceso a la tierra con el trabajo".
En tercer lugar –ha recordado el sociólogo– "el papa Francisco dice que este diálogo debe estar en el centro de la educación en nuestras escuelas, para dar herramientas para resolver los conflictos de manera distinta a como lo hemos hecho hasta el momento". "Adquirir la cultura del diálogo –ha concluido–, la manera de avanzar no es un camino fácil, un atajo. La educación es un proceso de tiempos larguísimos, que necesita paciencia, coherencia, planificación a largo plazo. Se trata de una revolución cultural respecto al mundo en el que se envejece y se muere incluso antes de crecer".