Esas vacaciones "extrañas" de los voluntarios

En Lesbos, entre los que han optado por ayudar a los refugiados que aún esperan un permiso de residencia

 

No existe únicamente la Europa que sella sus fronteras con alambre de púas y patrulleras. Existe también la Europa que no gruñe en las redes sociales y no charla acerca de sustituciones étnicas. Tiene el rostro limpio de niños, mujeres y hombres jóvenes o jubilados. De familias con hijos y nietos. Italianos, muchos. Pero también húngaros, polacos, eslovacos. Y también alemanes, españoles, franceses. Son los voluntarios de la Comunidad de Sant'Egidio que pasan semanas de vacaciones en un baluarte de la "Europa Fortaleza", en la isla griega de Lesbos a pocos kilómetros de Turquía. Lugar de desembarco de personas desesperadas que llegan de Afganistán, Siria, Irán, África Subsahariana. Entre los voluntarios europeos también hay sirios y kurdos que han llegado recientemente a Europa con los corredores humanitarios. En estos días, unos 150 voluntarios están pasando una o más semanas a sus expensas en la isla griega. Una isla que ha visto prácticamente la misma cantidad de migrantes forzosos unirse a la población residente, de 23.000 habitantes. "Ahora son 15.900 pero en enero eran 20.000", explica Daniela Pompei, responsable de la sección de migración en la Comunidad de Sant'Egidio.

 

Junto al campo de refugiados de Moria, de 2.800 plazas, hay otras 13.000 personas acampadas entre los olivos. “Ha habido serias dificultades en la convivencia - explica Daniela Pompei - también alimentadas por grupos griegos de derecha. Intentamos mostrar una Europa diferente. Y la televisión y los medios de comunicación polacos también han hablado de estas "vacaciones solidarias", por ejemplo. De esta manera han hablado de las migraciones de otra manera ». Habiendo obtenido las autorizaciones de las autoridades griegas, Sant'Egidio ha organizado diversas actividades para dar esperanza a quienes pasan meses, si no años, esperando el resultado de la solicitud de asilo que puede abrir las puertas de Europa. Se presta mucha atención a la prevención de la Covid-19 con pruebas para todos los voluntarios antes y después de la salida, mascarillas y distanciamiento físico.

 

Los solicitantes de asilo no tienen ninguna manera de matar el tiempo. El problema más grave de Lesbos – explica la responsable de Sant`Egidio - es que aquí uno se cree que ha llegado a Europa, el continente de los derechos. En cambio, se permanece atrapado en esta isla, “medio limbo medio gueto”. Realmente aquí se pierde la esperanza que permitió a muchos superar pruebas increíbles. El riesgo es la depresión colectiva. Ha habido suicidios incluso entre los menores no acompañados ».

 

La respuesta a las propuestas de los voluntarios se ha hecho notoria. Se ha abierto el "restaurante solidario" en un antiguo molino de aceite cerca del mar, reformado por los voluntarios. La inauguración fue una cena para 350 comensales -con mesas espaciadas con dos metros de distancia - a base de cordero ofrecido a los afganos (representan el 78%), iraníes y sirios. Pero también se come arroz, pollo al curry, verduras y helado. Por la mañana, la misma estructura alberga una escuela de inglés para alrededor de 100 personas de entre 8 y 42 años. Por la tarde, en cambio, se realiza la "escuela de la paz" para niños, felices de estar entre pupitres, cuadernos y rotuladores, alejados por un periodo de tiempo de las carpas donde viven, entre aguas residuales.

 

Unos 1.200 refugiados han podido participar de estas iniciativas. Daniela Pompei explica la experiencia con la pequeña comunidad católica de Lesbos. «La pequeña celebración dominical - revela Daniela Pompei - se ha enriquecido con muchos refugiados católicos africanos. Y después de la misa, todos almuerzan juntos. Pero también tenemos buenas relaciones con la Iglesia Ortodoxa ».

 

Algunos voluntarios son muy especiales. Como el chico sirio llegado de Wiirzburg. O el kurdo de Berlín. O Dawud, afgano, y Mafhoud, sirio, que han venido de Italia, donde viven gracias a los corredores humanitarios que salvan a refugiados de otro limbo, el del Líbano. «Mafhoud vive en Roma - dice Daniela Pompei - y trabaja en un centro comercial en el centro. Estaba ansioso por devolver algo de lo que ha recibido. Se ha costeado el viaje él solo, como los demás ». La solución son los corredores, explica. «Debemos ser capaces de activar corredores humanitarios hacia Europa. Ya estamos trabajando en ello desde Alemania y Francia. En Polonia hay familias dispuestas a acoger. Hoy mostramos una Europa diferente, acogedora y solidaria. El día de mañana - subraya la responsable de migración de Sant'Egidio – hemos de poder vaciar Lesbos. Reavivar la esperanza interrumpida de estas personas que huyen de la desesperación ».

 

Traducción de la redacción.

Fuente: Avvenire.

Texto original en: https://www.santegidio.org/pageID/30468/langID/it/itemID/39376/Quelle-strane-vacanze-dei-volontari.html