“La oración, la palabra, el rostro”. El nuevo libro de Andrea Riccardi para redescubrir el código comunicativo de Dios.

El fundador de Sant’Egidio, historiador del cristianismo, conversa con los lectores intentando explicar el significado de la oración, la Biblia, los textos de los Padres, los íconos

¿Qué sería del mundo sin oración? ¿Y el mundo sin diálogo? ¿Qué pueden hacer la oración y el diálogo? Pero antes de eso: ¿qué significa orar al Señor hoy? ¿Cuál es el significado de invocar su nombre esperando su intervención, si luego resulta difícil reconocerlo en el prójimo? ¿Cómo pide el hombre contemporáneo escuchar a Dios y enfrentar su aparente silencio? ¿A dónde va a buscar las palabras, los gestos o las herramientas para relacionarse con él? Éstas son solo algunas de las preguntas a partir de las cuales comienza el nuevo libro de Andrea Riccardi "La oración, la palabra, el rostro" (San Paolo), menos de doscientas páginas en las que el autor habla con los lectores tratando de explicar algo un poco difícil de entender: el código comunicativo de Dios.

El libro de Andrea Riccardi, conocido historiador del cristianismo, autor de importantes volúmenes sobre los acontecimientos de la Iglesia, así como fundador de la Comunidad de Sant'Egidio, discurre en el signo de una espiritualidad inmediatamente vinculada a la Palabra de Dios y a los pobres. Esa palabra, escribe Riccardi, que “abre el corazón al encuentro con el rostro de hombres y mujeres heridos por la vida”: precisamente las personas que esperan nuestra mirada llena de amor fiel, nuestra relación “atravesada por una actitud amistosa, como la del buen samaritano”. Aquellas personas sin las cuales la “Iglesia no vive completamente su misterio” y “La vida cristiana corre el riesgo de caer en la ideología religiosa”, continúa Riccardi. Agregando: “¿Cómo vivir la vida cristiana si los pobres están ausentes?”. De ahí la respuesta, compartida en el sí de la Comunidad de Sant'Egidio, la realidad que fundó en Roma en 1968 a raíz del Concilio Vaticano II, ahora compuesta por decenas de miles de laicos en diferentes continentes, quienes, precisamente en oración y con los pobres, encuentran la brújula de la vida cotidiana, también en el signo de un ecumenismo vivido como amistad, diálogo y búsqueda de la unidad. 

Continua leyendo la reseña de Marco Roncalli (La Stampa - IT)