Burkina Faso: la inscripción en el registro civil ayuda a luchar contra la difusión de la violencia

Sigue la implementación del programa "Bravo"

Inscribir a un niño en el registro civil es algo que se da por supuesto en Europa, pero en muchos lugares del mundo ese derecho fundamental no está garantizado. Para remediar esta situación la Comunidad de Sant’Egidio puso en marcha el programa BRAVO!, cuyo objetivo es garantizar que se pueda tramitar la inscripción en el registro civil de cientos de miles de menores africanos, sensibilizando a gobiernos y opiniones públicas y fomentando el desarrollo de los sistemas de registro civil subsaharianos.

El programa funciona en varios países africanos y en estos días está ampliando su aplicación en
Burkina Faso.
Si hasta el momento los esfuerzos se habían concentrado en la región Centre-Ouest, al sur de Uagadugú, hoy, gracias a nuevos fondos de la Unión Europea,
el trabajo de los empleados y de los activistas de BRAVO! se centra en la poblada capital y los distritos que la rodean. El programa estará en todas las maternidades de la región Centre y permitirá que todas las parturientas y sus hijos se inscriban gratuitamente en el registro civil.

Por otra parte, no se trata solo de una cuestión de registro civil. Los niños que no están inscritos en el registro civil tienen más posibilidades de sufrir violencias de todo tipo –abusos sexuales, explotación infantil, matrimonios precoces, reclutamiento forzado en milicias, etc.–, y aún más en un país como Burkina, donde la movilidad humana es extrema y es muy fácil encontrar a menores que van de una parte a otra del país porque es habitual alternar estancias en distintos puntos de la extensa red familiar, porque les encomiendan determinados encargos o por motivos de estudio.

Una historia concreta lo ejemplifica bien: la familia de un niño de diez años lo había enviado a casa de unos conocidos al sur de Uagadugú y se había perdido su rastro. C. B. no tenía ningún tipo de documento y su familia no sabía cómo y dónde buscarlo. Al cabo de varios años lo encontraron casualmente en la frontera con Costa de Marfil, en una zona rural, haciendo trabajos forzados en una plantación de cacao. Por desgracias hay muchas historias de niños que desaparecen y de quienes no se tiene noticia alguna.

La inscripción en el registro civil también es un instrumento que permite acceder a derechos y servicios que el Estado debe proporcionar a sus ciudadanos y que inciden en todos los aspectos de la persona. Tiene consecuencias en el si y en el cómo se sentirán parte de un país, miembros de una comunidad. Y también esto tiene un valor añadido en un país como Burkina, que por desgracia se ha visto afectado en los últimos años por una intensa actividad yihadista, en parte endógena, así como, más recientemente, por enfrentamientos étnicos cada vez más agrios.

Es notorio que desde hace un tiempo una oleada de violencia –atentados, secuestros, ataques armados, etc.– se ha difundido por el país, y hace unos días fue noticia
el asesinato en el sureste de cuatro agentes aduaneros y de un sacerdote español de setenta y dos años, el salesiano Antonio César Fernández
Al principio los ataques terroristas se centraban sobre todo en la frontera con Níger y Mali, pero el fenómeno se ha extendido también al sur y al este del país, y el gobierno –un gobierno democrático tras décadas de autoritarismo– ha proclamado el estado de emergencia en varias provincias. Es una dura prueba para la joven democracia.
Que muchas milicias se hayan unido en una agrupación conocida como Jamaat Nasr al Islam wa al Mouslimin (Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes) ha complicado más aún las cosas. También las ha complicado que algunos de sus jefes sean de etnia peul (o fulani), que se dedican a la ganadería. La pasada Navidad un grupo de hombres armados –de etnia mossi– atacó Yirgou, pueblo habitado mayoritariamente por pastores fulani, por venganza, y provocó varias víctimas. 
Fue una situación de tensión y peligro, en la que es más urgente que nunca ofrecer las herramientas para proteger a los más jóvenes, como se propone precisamente el programa
BRAVO!.