Llamamiento a otros países europeos para que abran corredores humanitarios, verdadera alternativa a las tragedias en el mar

Lo ha afirmado Marco Impagliazzo tras la llegada de un nuevo grupo de refugiados con el proyecto impulsado por la Comunidad de Sant'Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia y la Mesa Valdesa. Desde febrero han llegado desde el Líbano 280 personas, entre las que había muchos niños que se han salvado de los viajes en botes por el mar

Esta mañana han llegado a Fiumicino procedentes de Beirut 81 refugiados sirios más, gracias al proyecto de los "Corredores humanitarios". Se suman a los 200 que ya llegaron a Italia en febrero. Ahora ya no es solo un experimento, sino de una realidad concreta que permite que personas que huyen de la guerra y que viven en "condiciones de vulnerabilidad" (víctimas de persecución, familias con niños, mujeres solas, ancianos, enfermos, personas discapacitadas) lleguen, de manera totalmente segura y legal, a Italia sin poner en peligro su vida en el Mediterráneo. 


Entre los 81 refugiados que han llegado, 30 son niños, y muchos de ellos necesitan atención médica; algunos son discapacitados graves; una es anciana. Veintinueve son cristianos, los demás, musulmanes. Las personas que han llegado hoy vivirán en: Piemonte, Lombardía, Liguria, Toscana, Lacio, Campania, Apulia y, por primera vez, en la República de San Marino, que se ha sumado (el primer Estado después de Italia) al proyecto de los Corredores humanitarios y acogerá a una familia proveniente de Homs (un matrimonio con tres hijos).

En el encuentro con la prensa estaban presentes Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant'Egidio, Paolo Naso, Federación de las Iglesias Evangélicas de Italia y la Mesa Valdesa; Mario Giro, Viceministro de Exteriores de Italia, Domenico Manzione, Subsecretario de Interior y Daniela Rotondaro, embajadora en Italia de la República de San Marino.

Impagliazzo (Sant'Egidio) hizo un fuerte llamamiento para que el modelo se aplique en otros países europeos: “"Asistimos cada día a nuevas tragedias en el mar, a la muerte de muchos inocentes, empezando por los niños. Hemos demostrado, junto a las Iglesias protestantes italianas, que hay una alternativa posible. Es urgente que otros estados europeos adopten este sistema porque, además de salvar vidas humanas, garantiza, gracias a los controles realizados en origen, la seguridad para todos los ciudadanos y hace más fácil la integración en el tejido civil y social del país de acogida".