ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de Jesús crucificado
Palabra de dios todos los dias

Memoria de Jesús crucificado

Recuerdo de san Bonifacio, obispo y mártir. Anunció el Evangelio en Alemania y fue asesinado mientras celebraba la Eucaristía (†754) Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de Jesús crucificado
Viernes 5 de junio

Recuerdo de san Bonifacio, obispo y mártir. Anunció el Evangelio en Alemania y fue asesinado mientras celebraba la Eucaristía (†754)


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Segunda Timoteo 3,10-16

Tú, en cambio, me has seguido asiduamente en mis enseñanzas, conducta, planes, fe, paciencia, caridad, constancia, en mis persecuciones y sufrimientos, como los que soporté en Antioquía, en Iconio, en Listra. ¡Qué persecuciones hube de sufrir! Y de todas me libró el Señor. Y todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones. En cambio los malos y embaucadores irán de mal en peor, serán seductores y a la vez seducidos. Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia;

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Pablo acaba de avisar a Timoteo de que en los últimos tiempos habrá momentos difíciles a causa de una relajación general de las costumbres: "Los hombres serán egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, difamadores, rebeldes a los padres, ingratos, irreligiosos, desnaturalizados, implacables, calumniadores, disolutos, despiadados, enemigos del bien, traidores, temerarios, infatuados, más amantes de los placeres que de Dios. Aparentarán tener piedad, pero en la práctica renegarán de su eficacia". Pablo le advierte: "Guárdate también de ellos". Y le invita a recordar -ya que lo ha "seguido asiduamente"- su ejemplo, su manera de vivir con fe, con amor, con magnanimidad, y también a tener en cuenta las persecuciones y los sufrimientos que ello comporta. De hecho, el apóstol afirma claramente que "todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús tendrán que soportar persecuciones". Timoteo debe ser consciente -y nosotros con él- de que todos los discípulos tendrán la misma suerte que Jesús. Por eso, con actitud paterna, Pablo le dice a Timoteo: "Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste". Toda nuestra fuerza viene de escuchar las Sagradas Escrituras, que fueron inspiradas por Dios para ser fuente viva y pura de una nueva sabiduría: las Sagradas Escrituras son útiles para enseñar, para convencer, para corregir y para formar en la justicia. Escuchándolas fiel y continuamente el discípulo se forma según el pensamiento mismo de Dios. Dios mismo las ha enviado, porque así "el hombre de Dios se encuentra religiosamente maduro y preparado para toda obra buena".

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.