ORACIÓN CADA DÍA

Oración de la Vigilia
Palabra de dios todos los dias

Oración de la Vigilia

Recuerdo de la deportación de los judíos de Roma durante la Segunda Guerra Mundial. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oración de la Vigilia
Sábado 16 de octubre

Recuerdo de la deportación de los judíos de Roma durante la Segunda Guerra Mundial.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Lucas 12,8-12

«Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. «A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir.»

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

A los discípulos se les juzga ya por si están unidos o no a Jesús, hasta el punto de decir que la fidelidad que profesamos a Jesús lo une a nosotros de manera aún más firme. Quien sigue el Evangelio y persevera en el camino que este muestra, incluso cuando llega el momento de la prueba, se salva porque el Señor está con él. Pero quien se deja dominar por el miedo y reniega del Evangelio y de sus hermanos, se destruye solo. Jesús ya lo ha dicho otras veces: "Quien quiera salvar su vida, la perderá". Él conoce nuestra debilidad y sabe que podemos ceder a los halagos de las tentaciones y caer en el pecado. Jesús siempre está dispuesto a perdonar, como sugiere la afirmación siguiente: "A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará". Se podría decir que Jesús tolera la incomprensión hacia él y el arrepentimiento posterior, pero no puede tolerar el engaño sobre el plan de amor de Dios, es decir, no reconocer su misericordia. Eso es una verdadera blasfemia. Y añade: "Pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará". También el evangelista Marcos cita estas severas palabras y añade: "Es que decían que estaba poseído por un espíritu inmundo" (3,30). El pecado contra el Espíritu es no reconocer en Jesús la presencia misma de Dios y también no reconocer en la Iglesia, en la comunidad cristiana, la acción del Espíritu Santo que perdona y consuela. Si no reconocemos la presencia de Dios en Jesús y también en la Iglesia como una reserva de misericordia, blasfemamos contra Dios y nos excluimos del camino de la salvación porque negamos el amor misericordioso de Dios. Las palabras de Jesús son severas para quien traiciona, pero son palabras de consuelo para quien persevera. El Señor comprende nuestra debilidad y siempre nos acompaña, especialmente en los momentos difíciles: "No os preocupéis", nos dice, "el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir". La compañía del Señor es nuestra fuerza.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.