ORACIÓN CADA DÍA

Oración de la Santa Cruz
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Oración de la Santa Cruz
Viernes 28 de enero


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

2Samuel 11,1-4.5-10.13-17

A la vuelta del año, al tiempo que los reyes salen a campaña, envió David a Joab con sus veteranos y todo Israel. Derrotaron a los ammonitas y pusieron sitio a Rabbá, mientras David se quedó en Jerusalén. Un atardecer se levantó David de su lecho y se paseaba por el terrado de la casa del rey cuando vio desde lo alto del terrado a una mujer que se estaba bañando. Era una mujer muy hermosa. Mandó David para informarse sobre la mujer y le dijeron: "Es Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías el hitita." David envió gente que la trajese; llegó donde David y él se acostó con ella, cuando acababa de purificarse de sus reglas. Y ella se volvió a su casa. La mujer quedó embarazada y envió a decir a David: "Estoy encinta." David mandó decir a Joab: "Envíame a Urías el hitita." Joab envió a Urías adonde David. Llegó Urías donde él y David le preguntó por Joab, y por el ejército y por la marcha de la guerra. Y dijo David a Urías: "Baja a tu casa y lava tus pies." Salió Urías de la casa del rey, seguido de un obsequio de la mesa real. Pero Urías se acostó a la entrada de la casa del rey, con la guardia de su señor, y no bajó a su casa. Avisaron a David: "Urías no ha bajado a su casa." Preguntó David a Urías: "¿No vienes de un viaje? ¿Por qué no has bajado a tu casa? le invitó David a comer con él y le hizo beber hasta emborracharse. Por la tarde salió y se acostó en el lecho, con la guardia de su señor, pero no bajó a su casa. A la mañana siguiente escribió David una carta a Joab y se la envió por medio de Urías. En la carta había escrito: "Poned a Urías frente a lo más reñido de la batalla y retiraos de detrás de él para que sea herido y muera." Estaba Joab asediando la ciudad y colocó a Urías en el sitio en que sabía que estaban los hombres más valientes. Los hombres de la ciudad hicieron una salida y atacaron a Joab; cayeron algunos del ejército de entre los veteranos de David; y murió también Urías el hitita.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Esta página narra el humillante pecado de David. No fue un acto único y puntual, sino una culpable cadena que le hizo caer cada vez más bajo hasta llegar al abismo del homicidio: la tentación, la cesión, el adulterio, la traición de uno de sus más valiosos oficiales, el cinismo, la simulación continuada y la injusticia perpetrada. Son las etapas que demuestran la capacidad del corazón humano de hacer el mal si no está atento y dispuesto a romper la cadena de las tentaciones. El trágico acontecimiento empieza con el deseo que tiene el rey de entretenerse durante la primavera que se avecina, tiempo en que los soberanos solían ir a la guerra. Mientras envía a su ejército a combatir contra los amonitas, él permanece en Jerusalén para disfrutar de su reposo. Es la primera etapa de la tentación. La decisión de pensar en sus satisfacciones lleva a David a emprender el camino del pecado y a pensar que puede disponer de la vida de los demás para su placer. El texto bíblico describe la triste realidad del hombre que, por miedo de afrontar sus responsabilidades, no presta atención a las injusticias que inflige a personas totalmente inocentes. Es una manera de poner en guardia a todo creyente sobre el pecado que acecha siempre a las puertas de su corazón (cfr. Gn 4,7). David tomará consigo a Betsabé, que será su esposa y le dará un hijo. Pero lo que hizo David "desagradó al Señor". Podía esconder a los demás la gravedad de su crimen, pero no a Dios que "escudriña el interior" (1 S 16,7). El profeta le revelará la gravedad del pecado. David deberá reconocerlo, arrepentirse de ello y convertir su corazón consciente de las tristes consecuencias que sobre la sociedad tiene el mal realizado.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.