ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Señor
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Madre del Señor

Recuerdo de Shabbaz Bhatti, Ministro para las Minorías en Pakistán, cristiano, asesinado en 2011 por los terroristas por su compromiso en la búsqueda de la paz y del diálogo. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Señor
Martes 2 de marzo

Recuerdo de Shabbaz Bhatti, Ministro para las Minorías en Pakistán, cristiano, asesinado en 2011 por los terroristas por su compromiso en la búsqueda de la paz y del diálogo.


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

El Espíritu del Señor está sobre ti,
el que nacerá de ti será santo.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Mateo 23,1-12

Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí". «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.

 

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

He aquí Señor, a tus siervos:
hágase en nosotros según tu Palabra.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

El pasaje evangélico se divide en dos partes: en la primera Jesús arremete contra "los escribas y los fariseos". Les acusa de no ser verdaderos pastores del pueblo de Dios. Con su conducta contradicen la fe que profesan: "Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas". Hacen lo posible por ponerse de ejemplo. Les encanta ensanchar las "filacterias" pero no observan lo que contienen. Las filacterias eran pequeños estuches que contenían rollos de pergamino con algunos pasajes bíblicos, y que se ponían sobre la frente (para recordar lo que estaba escrito en ellos) y se ataban al brazo izquierdo (para poner en práctica sus palabras). Pero se habían convertido en una mera práctica exterior que a menudo traicionaba el contenido mismo de las palabras allí custodiadas. Jesús continúa su acusación: "Alargan las orlas del manto" -es decir, las pequeñas trenzas de tela con un cordón morado y azul dispuestas en los cuatro ángulos de las vestiduras externas-, pero no viven su significado. Está escrito: "Cuando los veáis (los flecos), os acordaréis de todos los preceptos del Señor. Así los cumpliréis" (Nm 15,39). También Jesús llevaba las orlas. Pero los fariseos las alargaban sin crecer al mismo tiempo en la misericordia. Por eso Jesús dice a la gente: haced los que dicen, no lo que hacen. Análoga reflexión se puede hacer sobre la costumbre de los fariseos de buscar los primeros lugares en los banquetes y en las sinagogas. En la segunda parte Jesús polemiza sobre los títulos "académicos" y oficiales. Entre ellos destaca el más conocido: "rabbí", es decir, "maestro". Jesús subraya la primacía absoluta de la Palabra de Dios. Todos los creyentes están sometidos a ella: deben acogerla con fe, comunicarla con generosidad y vivirla de manera radical siempre y en todo lugar. La paternidad de Dios sobre nuestra vida proviene de la paternidad misma del Evangelio. Descubriremos que la verdadera alegría y la verdadera grandeza consisten en ser siervos de la Palabra de Dios: escucharla con fe y comunicarla a todos hasta los confines de la tierra, imitándole a él, manso y humilde de corazón.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.