LA PREGÀRIA CADA DIA

Oración de la Vigilia
Paraula de déu cada dia

Oración de la Vigilia

Recuerdo de santa Teresa de Lisieux (+1897), monja carmelitana a la que movía un profundo sentido de la misión de la Iglesia. Llegir més

Libretto DEL GIORNO
Oración de la Vigilia
Sábado 1 de octubre

Recuerdo de santa Teresa de Lisieux (+1897), monja carmelitana a la que movía un profundo sentido de la misión de la Iglesia.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Job 42,1-3.5-6.12-16

Y Job respondió a Yahveh: Sé que eres todopoderoso:
ningún proyecto te es irrealizable. Era yo el que empañaba el Consejo
con razones sin sentido.
Sí, he hablado de grandezas que no entiendo,
de maravillas que me superan y que ignoro. Yo te conocía sólo de oídas,
mas ahora te han visto mis ojos. Por eso me retracto y me arrepiento
en el polvo y la ceniza. Yahveh bendijo la nueva situación de Job más aún que la antigua: llegó a poseer 14.000 ovejas, 6.000 camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Tuvo además siete hijos y tres hijas. A la primera le puso el nombre de "Paloma", a la segunda el de "Canela" y a la tercera el de "Cuerno de afeites". No había en todo el país mujeres tan bonitas como las hijas de Job. Y su padre les dio parte en la herencia entre sus hermanos. Después de esto, vivió Job todavía 140 años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, cuatro generaciones.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Job se encuentra con Dios personalmente. Comprende que no hay nada imposible para Dios. Es el reconocimiento del hombre de fe, que confía en el amor de Dios incluso en los momentos difíciles, cuando todo parece imposible. Por eso Job reconoce haber osado exponer cosas superiores a sus capacidades, que él mismo no podía comprender. Porque ¿quién puede comprender el misterio divino sin escuchar la Palabra de Dios? Job había hablado largamente, pero ahora comprende que Dios no está lejos y que su oración debe dejar espacio a la presencia de Dios y a su Palabra. "Solo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos", dice Job. Muchas veces también nosotros conocemos a Dios de oídas o pretendemos conocerlo, porque hemos oído hablar de él desde pequeños o quizás porque nos hemos hecho una idea de él a través de lo que hemos oído sobre él. Pero ¿quién conoce al Dios de la Biblia? Solo lo podemos conocer si nos encontramos con él. Es una persona que viene a encontrarnos a cada uno de nosotros, que habla con todos, que escucha a todo aquel que se dirije a Él. No es un Dios que se conoce de oídas. Ese es el punto central de la Biblia: cómo encontrarse con Dios. Las mismas páginas bíblicas son la mejor vía para que se produzca este encuentro. El encuentro será pleno con el Señor Jesús. Él mismo dirá: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre". El libro de Job termina del mismo modo que había empezado. Existe un misterio insondable que nadie puede afirmar haber comprendido por completo. El retorno de Job a su situación inicial es la señal de la bendición de Dios para cada hombre que no deja de dirigirse a Él y no pierde la esperanza en la presencia benévola del Señor.

La pregària és el cor de la vida de la Comunitat de Sant’Egidio, la seva primera "obra". Al final del dia, totes les Comunitats, tant si són grans com si són petites, es reuneixen al voltant del Senyor per escoltar la seva Paraula i dirigir-s'hi en la seva invocació. Els deixebles només poden estar als peus de Jesús, com Maria de Betània, per triar la "millor part" (Lc 10,42) i aprendre'n els seus mateixos sentiments (cfr. Flp 2,5).

Sempre que la Comunitat torna al Senyor, fa seva la súplica del deixeble anònim: "Senyor, ensenya'ns a pregar" (Lc 11,1). I Jesús, mestre de pregària, respon: "Quan pregueu, digueu: Abbà, Pare".

Quan preguem, encara que ho fem dins del cor, mai no estem aïllats ni som orfes, perquè en tot moment som membres de la família del Senyor. En la pregària comuna es veu clarament, a més del misteri de la filiació, el de la fraternitat.

Les Comunitats de Sant'Egidio que hi ha al món es reuneixen als diferents llocs que destinen a la pregària i presenten al Senyor les esperances i els dolors dels homes i les dones "malmenats i abatuts" de què parla l'Evangeli (Mt 9,36). En aquella gent d'aleshores s'inclouen els habitants de les ciutats contemporànies, els pobres que són marginats de la vida, tots aquells que esperen que algú els contracti (cfr. Mt 20).

La pregària comuna recull el crit, l'aspiració, el desig de pau, de guarició, de sentit de la vida i de salvació que hi ha en els homes i les dones d'aquest món. La pregària mai no és buida. Puja incessantment al Senyor perquè el plor es transformi en joia, la desesperació en felicitat, l'angoixa en esperança i la solitud en comunió. I perquè el Regne de Déu arribi aviat als homes.