LA PREGÀRIA CADA DIA

Oración con los santos
Paraula de déu cada dia
Libretto DEL GIORNO
Oración con los santos
Miércoles 18 de mayo


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes son una estirpe elegida,
un sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido por Dios
para proclamar sus maravillas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hechos de los Apóstoles 15,1-6

Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme a la costumbre mosaica, no podéis salvaros.» Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión. Ellos, pues, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles y produciendo gran alegría en todos los hermanos. Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho juntamente con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes serán santos
porque yo soy santo, dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Pablo y Bernabé, que habían creado comunidades formadas sobre todo por gentiles, no pedían la circuncisión a quienes se adherían a la fe cristiana. Esta práctica ponía radicalmente en discusión la relación con el judaísmo que consideraba la circuncisión y la observancia de las prácticas judías como condición para la salvación. En cambio, Pablo y Bernabé sostenían que era suficiente solo con la fe en Jesús y en el Evangelio. El riesgo de una división entre las dos perspectivas era palpable. Se hizo necesario reunir una asamblea de todos los responsables de las comunidades que tuviera lugar en Jerusalén en presencia de los apóstoles. Esta primera asamblea se considera el primer Concilio de la historia de la Iglesia. La fuerza de este acontecimiento asambleario no reside en el plano jurídico, sino que, más bien, es la expresión del modo de ser y de vivir de la Iglesia, es decir, reunirse como una asamblea de hermanos y de hermanas, de forma ordenada, por tanto en el nombre del Señor y en presencia de los apóstoles, para reflexionar y debatir sobre los temas comunes. Por ello, esta primera asamblea ha quedado como un ejemplo para la vida de las comunidades cristianas de todo tiempo. Es el camino de la sinodalidad que aún hoy el papa Francisco propone de nuevo a la Iglesia y, en esta perspectiva de comunión, se pueden vencer los protagonismos de los individuos que, dejados a sí mismos, separan y dividen. Las dificultades, que inevitablemente se presentan a lo largo del camino, pueden ser resueltas solo en un clima fraterno. Es el único camino en el que se puede construir la unidad del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

La pregària és el cor de la vida de la Comunitat de Sant’Egidio, la seva primera "obra". Al final del dia, totes les Comunitats, tant si són grans com si són petites, es reuneixen al voltant del Senyor per escoltar la seva Paraula i dirigir-s'hi en la seva invocació. Els deixebles només poden estar als peus de Jesús, com Maria de Betània, per triar la "millor part" (Lc 10,42) i aprendre'n els seus mateixos sentiments (cfr. Flp 2,5).

Sempre que la Comunitat torna al Senyor, fa seva la súplica del deixeble anònim: "Senyor, ensenya'ns a pregar" (Lc 11,1). I Jesús, mestre de pregària, respon: "Quan pregueu, digueu: Abbà, Pare".

Quan preguem, encara que ho fem dins del cor, mai no estem aïllats ni som orfes, perquè en tot moment som membres de la família del Senyor. En la pregària comuna es veu clarament, a més del misteri de la filiació, el de la fraternitat.

Les Comunitats de Sant'Egidio que hi ha al món es reuneixen als diferents llocs que destinen a la pregària i presenten al Senyor les esperances i els dolors dels homes i les dones "malmenats i abatuts" de què parla l'Evangeli (Mt 9,36). En aquella gent d'aleshores s'inclouen els habitants de les ciutats contemporànies, els pobres que són marginats de la vida, tots aquells que esperen que algú els contracti (cfr. Mt 20).

La pregària comuna recull el crit, l'aspiració, el desig de pau, de guarició, de sentit de la vida i de salvació que hi ha en els homes i les dones d'aquest món. La pregària mai no és buida. Puja incessantment al Senyor perquè el plor es transformi en joia, la desesperació en felicitat, l'angoixa en esperança i la solitud en comunió. I perquè el Regne de Déu arribi aviat als homes.