El domingo 29 de abril fue un día de fiesta para muchos jóvenes que viven en la calle en Abiyán.
Provenientes de los barrios de Marcory, Treichville y Port Bouet en la sede de la Comunidad de Sant'Egidio quisieron reunirse con sus amigos de la Comunidad para participar en una liturgia y rezar juntos para un futuro distinto.
Son muchas las dificultades que viven cada día, desde la salud hasta no saber dónde lavarse y dónde comer, pero también tienen una gran esperanza desde que conocieron a la comunidad.
Maurice, uno de los muchos que fueron a la fiesta, lo dijo claramente: “Gracias Sant’Egidio, porque conocéis el valor de mi vida mejor que mis padres”.
Sí, porque esperanza significa dejar de estar solo ante la vida, tener una familia a su lado, los amigos de la Comunidad, y el deseo que nace en mucha gente de volver un día a casa.
Ya lo han hecho un buen número de ellos en los últimos años: unos treinta.
Pero todos saben que ya no están abandonados porque alguien cura sus heridas (muchas, en quien vive en la calle) o pueden ir a un comedor una o más veces por semana en los barrios de Port Bouet y Marcory.
Es un puente más que se construye en la sociedad marfileña, entre jóvenes que han tenido suerte dispar en la vida, y que contribuye a la reconciliación después de que la guerra de hace un año dejara muchas heridas por cerrar.
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